Aunque la tarde fuera fría y yo persiguiera construir un lenguaje

Entonces estabas tú, 
cuando me dejaba llevar y podía 
escuchar Islamabad en tu risa, 
aunque la tarde fuera fría y yo persiguiera
construir un lenguaje, perder tus pasos, 
regresar a las calles del barrio 
donde el viento revolvía los papeles 
y las bolsas de plástico en las esquinas, 
pedir la tercera, sentir el olor del ocle 
depositado en la orilla por la borrasca, 
que se asemejaba al que desprendía 
tu cuerpo después de follar, arañar
los carteles de la manifestación
pegados en las paredes
o tirarle piedras a las radios 
encendidas en los andamios.
Después, también después estabas tú.


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