Saint-Malo
La playa se extiende
a derecha e izquierda,
más allá de donde
abarca la vista.
Son las nueve
de la mañana y el día
está nublado.
El mar es una lámina
azul y ondulante.
Las olas alcanzan la orilla
y se convierten en espuma,
borrando todo a su paso.
Me pongo los tapones
en los oídos y camino
en dirección al agua.
Nadar en el mar es un prodigio.
Quizás la única quimera
que conseguí alcanzar.
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