Nos quedará de esta casa el invierno

De esta casa nos quedarán fotografías, 
olores y la ropa tendida. Nos quedará
también el modo en el que entraba la luz 
por la ventana del salón a media tarde, 
de mediados de mayo a primeros de septiembre. 

Nos quedará el chillido de las gaviotas, 
las sirenas de aquella madrugada, el hueco 
que ocupó la cama y el papel pintado de la pared 
contra la que apoyabas las manos cuando te estirabas. 

Nos quedará de esta casa el invierno 
que siempre regresaba, las tres veces 
que los amigos vinieron a vernos, 
la calma y el tumulto, los fuegos de artificio 
y el ruido tan preciso que siempre hicieron 
las manecillas del reloj en la cocina. 

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