Después he buscado refugio en las palabras que dices en voz baja

Después he buscado refugio en las palabras 

que dices en voz baja o en algunos gestos 

que forman parte de ti, como tu olor o el color 

de tus ojos. 

Y me has preguntado si se había corrido 

el rímel o si estabas despeinada. 


El viento ha entrado por la ventana abierta. 

Lo he visto enredado en las cortinas. 

¿Quién dijo que el viento no se ve? 

El viento nunca es invisible, dices. 

También se escucha. Siempre hace ruido. 

Como el de mis dedos cuando recorren la piel 

de tu espalda y dibujan un camino que nunca es el mismo 

pero siempre llega al mismo lugar. 


Ríes a carcajadas. 

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