Ropa sucia

En la última tarde del año 

yo me doy un festín con tu cuerpo. 

Bebo la savia que acendras

cuando te colocas a horcajadas 

sobre mi boca y un lamento 

que pesa como cien piedras 

parte en dos la ciudad, dejándonos 

a un lado y al otro el mundo. 

(Quiéreme, dices).

Me visto con la ropa sucia que quedó 

tirada en el suelo de la habitación y 

bajo al mercado a comprar fruta, 

revistas y dos paquetes de tabaco. 

Subo corriendo las escaleras. 

Abro la puerta de nuestra casa 

y enciendo un cigarrillo 

que colocaré en tus labios. 

Ahora me observas. 

En silencio para que las palabras 

no se posen en mi piel 

como copos de nieve que caen. 

Dejo la ropa sucia en el lugar exacto 

en el que estaba y comenzamos

despacio, delirio, de nuevo.

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