Más cicatrices y más profundas
Nadie tiene el valor suficiente
para ser un extraño.
Nadie conoce otros paisajes
y no fantasea
con cambiar de vida.
Pero después regresas a casa
antes de lo previsto,
recuperas el aliento,
me besas en los labios y me cuentas
tu noche en la ciudad.
El mundo parece recuperar
el ritmo adecuado.
Me invade un sueño tranquilo
y esa sensación indescriptible
de que hace frío afuera y yo tengo
a mi lado tu cuerpo.
Podría descifrar, entonces, los enigmas
o que no me aplastara el peso
de sus misterios.
Encontraría, al fin, mi sitio.
Dejaría de ser un innombrable.
Aprendería a vivir y los días serían
más leves y dejarían más cicatrices
y más profundas en la memoria.
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