Frente a mí sólo encuentro el aire en el que estabas
Me levanto cada mañana
con el anhelo de sentir algo distinto.
Que el vacío que ocupa mi pecho
se llene de fuego y desorden.
Pasan los meses, los años,
y lo único que sucede
es que nos estamos haciendo viejos.
Mis manos aún son fuertes
para sostenerte. Mis pies someten
la tierra y, bajo ellos, crecen raíces.
Pero frente a mí sólo encuentro
el aire en el que estabas,
la duda como la semilla de la noche,
el espejo sin azogue.
Si una mañana regresaras y me pidieras
que calentara el café o lavara tu ropa,
la primavera conquistaría los tejados
y yo escribiría una lista
interminable con mis planes.
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