Tu desdén

Cuando habitaba otro tiempo 

los días eran más leves 

y las noches cálidas. 

Dormía durante horas y, 

al despertar, 

repasaba los planes futuros 

sin miedo ni sorpresa. 

Observaba el espejo

y me gustaba lo que veía. 

El reloj apuntalaba en mi rostro 

lo que me pertenecía. 

El mar era mi patria, 

las azoteas, la infancia. 

Inventaba palabras sin esfuerzo. 

No tenía miedo 

a tu desdén 

ni a mi indolencia. 

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