Millones de brotes quiebren la corteza de la tierra

Es de noche. Tus ojos 
han acumulado la luz 
durante el día y ahora 
la devuelven. Tus manos, 
tu piel, tus labios. 
Se han mezclado 
los olores de la ciudad 
en la puerta de la mezquita. 
¿A qué huele la ciudad? 
¿A qué huele tu cuerpo 
cuando no es tu cuerpo, 
tan solo un trazo descrito 
en el aire por algún pintor 
surrealista atrapado 
en un palacio en ruinas 
a las afueras de Marsella? 

He vuelto a contemplar el mar 
y sus proezas desde la azotea. 
He vuelto a sentir miedo 
y fascinación con la misma intensidad 
que cuando hacemos el amor. 

No dejes que crea que esta vida 
durará para siempre. 
Hazme entender en el silencio 
de la primavera, justo antes 
de que millones de brotes
            quiebren 
la corteza de la tierra 
para invertir las fuerzas del invierno, 
que pertenecemos al amor y al tiempo, 
a este amor que te entrego, 
a este tiempo que nos ha tocado vivir. 

Que tú estés en mí,
            que te pertenezca,
y los pobres del mundo caminen 
hacia las casas de los ricos 
para arrancarles de las manos 
tanta indecencia, tanta 
asquerosa indecencia.


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