Fronteras inútiles
Primero arranqué la hierba envejecida
y limpié el suelo de tierra y escombros.
Observé la terraza entonces
y parecían haber pasado años.
El agua lavó las rendijas y cubrió de luz
los muros bajos que el año pasado había pintado.
Una tormenta convirtió la tarde
en un escenario gris y temblón.
Pero no hacía frío.
Después coloqué la hierba nueva,
más alta y más verde que la anterior,
y cubrí los desperfectos
con pequeñas piedras blancas
que abrazaron los límites,
como si de fronteras inútiles se tratara.
Comentarios
Publicar un comentario