Saint-Malo
La playa se extiende a derecha e izquierda, más allá de donde abarca la vista. Son las nueve de la mañana y el día está nublado. El mar es una lámina azul y ondulante. Las olas alcanzan la orilla y se convierten en espuma, borrando todo a su paso. Me pongo los tapones en los oídos y camino en dirección al agua. Nadar en el mar es un prodigio. Quizás la única quimera que conseguí alcanzar.