Días dulces de luz ahora ya tan lejanos
La razón de que te quiera es tender tus bragas e imaginarte. Que no me importe haberte fallado. Aunque no estás, no seas, no vaciles. Mañana me levantaré temprano para ir a buscarte a la salida del trabajo. Las gaviotas, desde el alféizar, invocarán tu nombre. El coche, con las puertas abolladas y papeles arrugados en el salpicadero, custodia tu olor y el temblor que sentía cuando me quisiste, días dulces de luz ahora ya tan lejanos.